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CORAZONES LLENOS DE GRATITUD A DIOS

“Permitan que la paz de Cristo controle siempre su manera de pensar, pues Cristo los ha llamado

a formar un solo cuerpo para que haya paz; y den gracias a Dios siempre. Permitan que el

mensaje de Cristo viva plenamente entre ustedes. Enséñense y aconséjense unos a otros con

toda la sabiduría que Dios les da. Canten salmos y canciones espirituales con el corazón lleno de

agradecimiento a Dios. Siempre dediquen al Señor Jesús todo lo que digan y lo que hagan, dando

gracias a Dios Padre a través de Jesús” Colosenses 3:15-17 (PDT).

Estamos en pleno otoño, lo cual significa que, en los Estados Unidos, en breve llegará el fin de

semana de Acción de Gracias. La tradición de separar un tiempo para dar gracias se celebra desde

1941, en el cuarto jueves de noviembre. Este año se dará el 26 de noviembre de 2020.

La palabra gracia proviene del latín gratia, que a su vez proviene de gratus, es decir, agradable o

agradecido. La expresión “dar gracias” proviene del latín “gratias agere”. El dar gracias es una

acción que se inculca desde la infancia y a menudo la realizamos sin darnos cuenta. El dar gracias

es una forma de expresar nuestro reconocimiento a los demás. Hay otros términos asociados a

gracias como gratitud (del latín gratitūdo), grato (del latín gratus) o como cualidad gracia (en latín

gratia).

A veces decimos de alguien que es agradable, afable y cortés, en el trato con otras personas, que

tiene gracia. También decimos que a la persona que le perdonaron algún delito, lo trataron con

gracia. La habilidad de deleitar o hacer reír a los demás, realizar actos de heroicidad, de virtud,

que poseen algunos individuos la describimos como personas de mucha gracia. En plural, gracias,

se usa como expresión de agradecimiento: ¡Gracias!, ¡Muchas gracias!, ¡Mil gracias!, y ¡Un millón

de gracias!

En otros casos, gracia, se usa para describir el favor sobrenatural e inmerecido que Dios otorga a

Sus hijos e hijas, “por gracia sois salvos” Efesios 2:8-9. Gracia o Graciela, a veces se usa como

nombre propio. De igual manera, gracia se emplea en frases como: “año de gracia”, “estado de

gracia”, “golpe de gracia”, “tiro de gracia”, “caer en gracia o tener gracia”, o las expresiones

burlonas: “¡Qué gracia!”, “No tiene gracia”, “¡No me hace ninguna gracia!”, para rechazar la

solicitud de alguien o para manifestar fastidio o disgusto.

LA VIRTUD DE SER AGRADECIDO

Uno no nace con la virtud de ser agradecido. El valor de dar gracias a Dios y a los demás, se cultiva

con mucho esfuerzo, y esto se debe a nuestra naturaleza caída, (Romanos 1:21). El dar las gracias

por un beneficio o favor concedido, así como el pedir perdón por nuestras acciones que han

podido molestar a los demás, son algunas de las buenas costumbres que a veces olvidamos poner

en práctica. En el trato con los demás, las expresiones de agradecimiento o las que usamos para

pedir disculpas promueven una relación amable entre las personas y son señales de buena

formación.

Ser agradecido es una virtud del carácter que se desarrolla reconociendo que lo que tenemos y

lo que somos proviene de Dios. Cuando aprendemos a depender totalmente de Dios y a darle

todo el reconocimiento a Él, mantenemos la humildad, con corazones sinceros y llenos de

adoración.

La virtud de dar gracias nos ayuda a enfocarnos en lo que tenemos y no en lo que nos hace falta,

nos enfocamos también en expectativas que no son motivadas por la envidia o la codicia.

Es por medio de esta virtud que demostramos respeto y estima a lo que los demás hacen por

nosotros, independientemente de cuál sea su motivación para hacerlo.

RAZONES PARA ESTAR AGRADECIDOS

Dios espera que siempre estemos agradecidos. Pablo enfatiza esta verdad: “No se preocupen por

nada. Más bien, oren y pídanle a Dios todo lo que necesiten, y sean agradecidos” Filipenses 4:6.

La voluntad de Dios es que demos gracias en todo momento, aún en los momentos difíciles y

aunque no entendamos lo que está ocurriendo, es bueno ser agradecidos. Debemos rehusarnos

a vivir embotellados en la queja; a desanimarnos, por el contrario, debemos dar gracias porque

Dios está a nuestro lado y está obrando a nuestro favor.

1. Una razón por la cual dar gracias a Dios es su bondad. La bondad de Dios nos induce a dar

gracias: “Todos daban gracias al Señor, y a una le cantaban esta alabanza: «Dios es bueno; su

gran amor por Israel perdura para siempre». Y todo el pueblo alabó con grandes aclamaciones

al Señor, porque se habían echado los cimientos del templo” Esdras 3:11.

La bondad de Dios no tiene precio. Los incalculables actos de bondad que Dios ha hecho en

nuestras vidas, matrimonios, familias e iglesias merecen nuestra gratitud. Todo lo que tenemos

y lo que por Su gracia somos es por la bondad de Dios. Esa es una buena razón por la cual dar

gracias a Dios.

2. Tambien, demos gracias por Su provisión: “No se preocupen por nada; en cambio, oren por

todo. Díganle a Dios lo que necesitan y denle gracias por todo lo que él ha hecho” Filipenses 4:6.

Ustedes y yo tenemos nuestros propios testimonios de cómo Dios nos ha guardado durante este

difícil tiempo de pandemia. Solo Él es nuestro Proveedor y responde a nuestras oraciones. La

provisión de Dios va más allá de lo material o físico, Él nos da el Espíritu el cual nos hace amar a

los demás, estar siempre alegres y vivir en paz con todos. Nos hace ser pacientes y amables, y

tratar bien a los demás, tener confianza en Dios, ser humildes, y saber controlar nuestros malos

deseos. No hay ley que esté en contra de todo esto dijo Pablo en Gálatas 5:22-23.

3. El perdón de Dios nos debe instar a dar las gracias. Dios es quién perdona todas nuestras

iniquidades, Salmo 103. ¿Cómo debemos responder a la remoción de la culpabilidad y la carga

del pecado? Bueno, debemos responder con agradecimiento: “En ese momento tú dirás: «Te

agradezco, SEÑOR, porque aunque estuviste enojado conmigo, tu enojo terminó y me has dado

consuelo” Isaías 12:1 (PDT).

4. Demos gracias por ser parte del pueblo de Dios. Hay un canto que las iglesias suelen entonar

cuyo título es “Somos el Pueblo de Dios”. La maravillosa gracia de Dios derramada sobre nosotros

nos permite ser parte del numeroso pueblo de Dios. La mayoría de los que pertenecemos a la

familia de una iglesia local estamos de acuerdo en que hay consuelo y fortaleza en la comunión

y compañerismo entre los miembros del pueblo de Dios.

El pueblo de Dios disfruta de la libertad en Cristo, cuenta con la oportunidad de servirse el uno al

otro y a ayudarse mutuamente a acercarse más al Señor. Las alabanzas, adoración y palabras de

agradecimiento que provienen de una congregación que ama a Dios y a Su pueblo le suena

agradable a Él.

5. Una emocionante razón por la cual dar las gracias es el plan y propósito de Dios para cada uno

de Sus hijos e hijas. El apóstol Pablo escribió repetidamente que los seguidores de Cristo han sido

apartados por y para Dios. Los creyentes, enseñó Pablo, tienen el privilegio y la responsabilidad

de crecer en santidad y de unirse al Señor en Su obra. Hemos sido creados para buenas obras:

“Lo que somos, a Dios se lo debemos. Él nos ha creado por medio de Cristo Jesús, para que

hagamos el bien que Dios mismo nos señaló de antemano como norma de conducta”, Efesios

2:10 (BLP). Dios tiene un plan y propósito en cuanto a lo que quiere que hagamos con nuestras

vidas.

Por eso, no necesitamos copiar o clonar lo que otra persona ha hecho o está haciendo. Dios tiene

un plan único para que cada uno de nosotros le sirvamos en este mundo. Esto incluye ciertos

dones espirituales y la obra del Espíritu Santo en nuestras vidas para guiarnos en Su servicio:

“Pero gracias a Dios, que en Cristo Jesús siempre nos hace salir triunfantes, y que por medio de

nosotros manifiesta en todas partes el aroma de su conocimiento” 2 Corintios 2:14.

6. Demos las gracias a Dios por su paz. Pablo, en la introducción de la carta a los efesios, oró estas

palabras: “Que Dios nuestro Padre y el Señor Jesucristo les den gracia y paz” Efesios 1:2. Jesús,

después de cenar por última vez con los doce discípulos (Juan 14), les habló de su paz. En ese

momento de comunión íntima, Él los estaba preparando para lo que en breve iba a suceder: su

muerte, su entierro, su resurrección y la venida del Espíritu Santo. Jesús les dijo: “Les doy la paz,

mi propia paz, que no es como la paz que se desea en este mundo. No se preocupen ni tengan

miedo por lo que pronto va a pasar” Juan 14:27 (TLA). Al describir una paz distinta a cualquier

cosa que el mundo pueda dar, el Señor quería que descubrieran cómo tener una sensación de

bienestar en medio de las dificultades.

Más adelante, en el primer día de la semana, el Jesús resucitado se les apareció a los aterrados

discípulos, los saludó, diciendo: “Paz a vosotros” (Shalom, Juan 20:19). Hoy día, en medio del

estrés, la ansiedad, y los temores, Jesús nos invita, a través del Espíritu Santo, a descansar en lo

que Él hizo por nosotros. A medida que lo hacemos, descubriremos una seguridad mucho mayor

que nuestros sentimientos tan cambiantes.

La bendición sacerdotal de Números 6 incluye la petición de paz: “El Señor te bendiga y te guarde;

que el rostro del Señor resplandezca sobre ti, que él te sea propicio, te muestre su favor y te dé

su paz”. Hoy, por la fe, aceptemos el favor y la paz que nos imparte el Príncipe de paz.

A manera de conclusión, dejemos que la de gratitud que abunda en nuestros corazones, nos dirija

a dar gracias a Dios, porque francamente, hoy estamos mejor que en tiempos pasados. Cada día

al levantarnos y al acostarnos, demos gracias por todo, empezando de lo más insignificante y

pequeño hacia lo más significativo y grande.

 

Por Carlos S. Morán, Ed.D.